El Convento de Jesús y María en Huete (Cuenca), también conocido como Santo Cristo fue levantado en la segunda mitad del siglo XVI gracias a Marcos de Parada, hijo ilustre de la localidad, a quien su estancia en la Ciudad del Vaticano le sirvió para enriquecerse culturalmente, pero también para ascender dentro de la Iglesia, ya que en 1538 era nombrado arcediano de Alarcón (dignidad de la catedral de Cuenca) y, al final de su vida, era vicencanciller de Pío V y protonotario apostólico.
El proyecto, de autor desconocido, se inició en 1554 pero hasta tres años más tarde el fundador no ponía la primera piedra. Las obras tuvieron un ritmo frenético, pues en apenas doce años estaban acabadas.
Se trata de un edificio de planta cuadrada, exento y la sobriedad del planteamiento queda rota por la presencia del escudo del fundador en las esquinas y por la magnífica portada, que es la parte más destacada del conjunto. A lo largo del siglo XX tuvo varias atribuciones, siendo la que más perduró, la de Berruguete, hasta que Fernando Chueca la asigno al entorno vandelviriesco por su parecido con la puerta norte del Salvador y también con la portada de san Nicolás de Úbeda.
La portada sería pensada más discreta pero el fundador cambiaría de opinión. Es muy probable que Marcos de Parada (recordemos que era arcediano de Alarcón en la catedral de Cuenca desde 1538) coincidiese con Andrés de Vandelvira cuando este fue nombrado maestro mayor de la seo conquense. Este puesto lo ocupó entre 1560 y 1566, pero no vivió en la ciudad, ya que se le permitió residir en Jaén y acudir a Cuenca cuando se le requiriese.
La portada consiste en una estructura de arco de triunfo, con un arco de medio entre pares de columnas jónicas que se levantan sobre pedestales. En el intercolumnio hay sendas hornacinas aveneradas en cuyo interior se representan las figuras de San Pedro, a la izquierda y San Pablo, a la derecha. En las enjutas observamos a la Fe y la Fortaleza sentadas. Sobre estas se encuentra el friso donde está el escudo del fundador compuesto por dos sierpes aladas enfrentadas y como emblema personal, una grulla (símbolo de vigilancia) y una calavera (que representa la fugacidad de la vida).
En el segundo cuerpo hay un arco central en cuyo tímpano se representa una conjunción de varios temas, por un lado, el Nacimiento de Jesús y por otro la Adoración de los Pastores (izquierda) y los Reyes Magos (derecha). En la parte superior unos ángeles entonan el Gloria y parecen sostener un cantoral mientras del Cielo caen pergaminos. En los plintos laterales se representa el escudo del fundador, y rodeando el arco podemos observar la Justicia, la Templanza, la Caridad, la Prudencia y la Esperanza. Sobre la Caridad, que se sitúa en el centro, hay un pequeño arco de medio punto donde hay una escultura de Jesús niño.